La ciudad de Nápoles tiene, desde que yo tengo memoria, una merecida fama de falsificaciones más o menos logradas. Lo que puede parecer simple folklore, cuando te afecta directamente, en realidad, ya pierde todo el halo romántico. Ya no se trata de ser parte de una película de Totò, como si fueras un personaje más de «La Banda degli onesti«, si no de verse como víctima de un robo de datos personales.

La banda degli onesti

Es irónico que un CISA, abogado, más o menos conocedor de la Seguridad de la Información y de la protección de datos personales, se encuentre en esta situación. Pero en Nápoles pasan estas cosas (muy a menudo).

Qué ha pasado

Viviendo en España desde hace unos cuantos años (muchos, ya), de vez en cuando vuelvo a Italia, para comprobar que el País sigue ahí. Por lo que me consta, está, pero cómo está… (gracias, Gila).

En una de esas visitas, me encuentro con una carta de una empresa de telecomunicaciones que me invita a pagarle lo debido, por un contrato supuestamente firmado por mí.

Como me huelo lo peor, me voy directamente a la Policía a denunciar lo que yo creía un intento de estafa por parte de la empresas de telefonía. Estoy seguro de no haber firmado nada con ninguna empresa italiana. De hecho, cuando me trasladé a España, ni siquiera existían los móviles…

La Policía empieza sus investigaciones y solicita a la empresa copia de toda la documentación referente al supuesto contrato que yo (no) he firmado. Y ahí tenemos la sorpresa.

Un señor (por así decir) ha tenido a bien falsificar un DNI italiano, poniendo mis datos personales y su careto (más agraciado que el mío, todo hay que decirlo). Los datos son completos y exactos, con la salvedad de la foto, la firma y la dirección de residencia (dato importante, éste).

Si se preguntan sobre si el número del DNI era idéntico al mío, es que no conocen Italia. En aquel País, el DNI es expedido por el ayuntamiento de residencia, sin número correlativo y éste cambia cada vez que renuevan el documento. De hecho, el aspecto de un DNI italiano es éste:

DNI ItalianoVamos, un trozo de papel, todo muy digital

Con ese DNI falsificado, el apuesto señor se ha dado una vuelta por algunas tiendas de telefonía de la Provincia de Nápoles y ha suscrito contratos de telefonía móvil, ganándose así varios smartphones. Por curiosidad, he sabido que a mí me ha tocado un Nokia Lumia: 400 y pico de euros…

Supongo (pero no tengo las pruebas) que este señor también habrá suscrito otros contratos pero, de momento, las empresas víctimas todavía no me han reclamado nada. Y hay un motivo para ello.

El falsificador ha puesto como dirección de residencia una calle de la ciudad de Capua. Para los amantes del mundo clásico, Capua ha sido teatro de cruentas batallas entre Romanos y Cartagineses, allá por el año 212-211 a.C. Más o menos, la época en la que en Italia inventaron el DNI de la foto.

Entonces, ¿cómo es posible que la empresa me reclamara la deuda en mi dirección real y no en la dirección de Capua? A estas alturas de la investigación, todavía no lo sabemos.

Pero, lo más importante: ¿de dónde ha sacado mis datos el falsificador? La Policía no tiene ni idea. Las posibles opciones son aterradoras: Censo Nacional, Universidad, Listado de la Leva obligatoria.

Qué hemos aprendido

1º No ir a Italia.

2º No ser italiano.

3º Si las dos primeras opciones no son posibles, confiar en la Policía.

Para concluir, me gustaría dedicarle unas palabras al falsificador, en su idioma materno (del paterno, es imposible tener la certeza, siendo el señor napolitano), en el improbable caso en el que lea este post:

«Mannagg i megl muort e chi te ‘stramuort!»

Y después me preguntan por qué soy de la Juve

Campioni d'Italia