Las herramientas de geolocalización están muy de moda o esto es lo que parece leyendo este artículo del New York Times. Foursquare, Gowalla y otros parecen ser the next Big Thing en estos de las TIC. Hasta Facebook ha anunciado la entrada en funcionamiento de su nueva utilidad llamada Places, aunque parece que, de momento, sólo funciona en USA.

A pesar de la moda, de los movimientos de los poderosos fondos de inversiones y de los nuevos productos y servicios, del artículo mencionado parece que a la gente le cuesta utilizar estas herramientas. Se trata, en el fondo, de decir a tus redes de contacto (y a las empresas que monitorizan estos servicios) dónde estás.

La primera pregunta que me hago sobre la geolocalización es: «¿A quién le importa?». Quiero decir, a quién de mis contactos de redes sociales le puede importar saber dónde estoy en cada momento de mi vida. Y ésta es también la pregunta de los entrevistados en el mencionado artículo. Curioso es también la visión que da de estos servicios la tal Sra. Angelucci. No tiene reparos en decir su edad, dónde vive, que tiene hijos, describir sus problemillas de salud en Myspace y que le gusta navegar, pero no quiere utilizar servicios de geolocalización por problemas de seguridad. El asunto de la privacidad ni se le había pasado por la cabeza.

Desde luego, este servicio es muy importante para las empresas que, si saben que ando cerca de sus tiendas, me pueden enviar mensajes de cupones y descuentos. Con el tiempo, podrán personalizar también las ofertas que me envían, ajustando el mensaje no sólo a los lugares por donde voy, sino también a las horas en los que los frecuento. No es lo mismo estar en el centro de la ciudad a las 11 de la mañana, que a las 3 de la madrugada, así que, cruzando datos de geolocalización y horarios, podré recibir lo que más me interesa en cada momento.

¿Y si lo que me interesa es estar por mi cuenta? Si uso el servicio de geolocalización, estaré obligado siempre a decir dónde estoy. Por el contrario, si no lo uso, ¿a qué sitio tan reservado voy que no quiero compartirlo con los demás? De repente, si no renuncio a mi privacidad, es que tendré algo que esconder.

Este pensamiento y la importancia que le damos a la privacidad puede que sea una mera condición de la edad. Según el mismo artículo, a los nacidos después de 1981 parece importarle un pimiento el revelar toda su información privada, a cambio de un par de cupones de descuento o del mero hecho de ser cool.

¿Quién me lo iba a decir que el haber nacido antes de Naranjito iba a determinar mi privacidad?