Hace un tiempo, llegó a mis manos este documento cuyo título me pareció interesante: «Misplaced confidence: Privacy and the Control Paradox» (para su descarga, pinchen aquí). En realidad, no recuerdo a través de qué link llegué a ello, pero es un documento que me ha impactado mucho y que, de alguna forma, ha dado algunas respuestas a un interrogante que me rondaba por la cabeza desde hace algún tiempo.

Empecemos por este último, el interrogante: ¿qué motivo empuja a millones de personas a desvelar sus datos personales, sin el mínimo pudor y a cambio de (casi) nada? Esta pregunta también me la presentaron los amigos que me acompañaron en una charla el pasado mes de diciembre, sobre «Redes Sociales y Menores«, organizada por el CEFIRE de Alicante. Mis respuestas, basadas en la mera intuición y ningún soporte o base científica, apuntaban a cambios sociológicos pero yo mismo no estaba completamente satisfecho con este tipo de respuestas.

Y llegó este documento. Éste describe un experimento, llevado a cabo por unos investigadores de la Carnegie Mellon University, que ha intentado (creo que con éxito, con lo cual, para mí, ya tiene categoría de teorema), probar la siguiente hipótesis:

si el usuario tiene control sobre las modalidades de publicación de sus propios datos personales, es más propenso a publicarlos.

Este teorema tiene el siguiente corolario: la mayor predisposición a publicar datos personales implica, además, una mayor disposición a publicar datos personales de especial relevancia (salud, ideología política, religión, etc.).

De ahí, la paradoja: cuanta más sensación de control tienes sobre qué, cómo, cuándo y dónde publicar tus datos personales, más publicarás y menos te preocuparás de qué harán terceros con estos datos.

Invito a una profunda lectura del texto en cuestión. Para los que no tienen mucho tiempo, os propongo un resumen a mi manera, traduciendo el ejemplo que viene en la pág. 6 del documento.

Facebook proporciona a sus usuarios una fuerte sensación de control, pudiendo los usuarios cambiar casi cualquier detalle de los aspectos de privacidad de su perfil (para empezar: si publico o no; después, quién puede ver esto y quién no, quién puede comentar y quién no, que me avisen si otros hacen algo y un largo etcétera).

Sin embargo, el usuario en ningún caso podrá tener un fehaciente control sobre los datos que ha compartido con los «amigos», es decir, no dispondrá del control real sobre qué harán terceros con sus datos personales. Puede que la explicación de esta paradoja se encuentra en que, por un lado, el publicar es una decisión inmediata; mientras que, por otro lado, el control de terceros es un acto posterior, que se puede dar o no. Pero esto es buscarle una explicación psicológica, que está fuera de mi alcance.

El caso es que, como se dice en la pág. 8, la ilusión de control, que hace apostar más a los ludópatas, hace que los usuarios de Redes Sociales publiquen más datos (y de mayor relevancia para la esfera personal), dejando en un segundo plano los posibles usos que terceros puedan hacer de esta información.

Así que, resuelto el primer interrogante sobre porqué publicamos tantos datos, me surge otra pregunta todavía más importante: ¿qué es la privacidad? Estudiaremos (si el trabajo lo permite).